Changpeng Zhao no sabe cuánto dinero tiene. Parece difícil de creer, pero ese hombre que se moviliza sin un séquito de guardaespaldas ni asesores de comunicación— tiene una fortuna estimada de 65.000 millones de dólares, según Forbes. El creador de Binance, la plataforma más usada del mundo para comprar y vender criptomonedas, es un discreto canadiense nacido en China hace 44 años. De aspecto desenfadado y juvenil, va uniformado muy en el estilo de esas estrellas ascendentes de Silicon Valley, con el nombre de su firma impreso en el pecho, que tratan de cambiar el mundo a golpe de tecnología. Y todo indica que lo está consiguiendo: ocupa el puesto 20, en la revista norteamericana, entre los más ricos del planeta, prácticamente empatado con Mark Zuckerberg (Facebook). Y es el único de la lista relacionado con las criptomonedas.
Él se entera porque lee las noticias, pero asegura desconocer cuánto tiene realmente. Las cuentas no son sencillas de hacer, porque la mayoría de su riqueza proviene de su posición como dueño de Binance y, en menor medida, de algunas inversiones en criptomonedas que cada día cambian de valor. Tampoco se muestra especialmente preocupado por ello. “Soy libre financieramente, así que no tengo que preocuparme demasiado por mi estilo de vida, que, por otro lado, es bastante básico. No tengo nada lujoso”, explica. Ha comprado recientemente, eso sí, un departamento en Dubái, donde vive buena parte del año —en verano escapa a Europa huyendo del calor—, aunque asegura no tener villas o mansiones que podría permitirse fácilmente. “Creo que la diferencia entre tener 100 millones y 1.000 millones es casi nula. Tampoco sé si hay diferencia entre tener 74.000 o 96.000 millones. Veo más importante qué impacto positivo puede tener eso en la sociedad”.
En la mejor tradición filantrópica norteamericana, Zhao, planea en el futuro donar o invertir en empresas en crecimiento más del 90% de su fortuna. Su dinero proviene de las criptomonedas, pero la gran mayoría no está directamente sujeto a su precio. Cada vez que un usuario compra o vende en su plataforma, Binance recibe comisiones a cambio, por lo que cuantas más transacciones haya, más gana, sin importar que suba o baje el bitcoin o ethereum, por citar las dos mayores monedas digitales. Un negocio redondo que, a diferencia de otros mercados, funciona sin interrupción 24 horas al día los siete días de la semana.
Zhao, conocido como CZ en el mundo de las criptomonedas, es, sin embargo, un completo desconocido fuera de ese universo. Podría caminar por la calle de cualquier ciudad y seguramente solo un puñado de personas lo reconocería, posiblemente jóvenes. Entre los pequeños inversores es algo así como un gurú: tiene 5,6 millones de seguidores en Twitter que le leen buscando pistas sobre qué será lo próximo.
En su diagnóstico sobre en qué momento de su corta vida están ahora las criptomonedas —el bitcoin echó a andar en 2009—, Zhao es consciente de que aún no han desplegado todo su potencial. “No han sustituido al dinero tradicional todavía, pero hacen que sea mucho más sencillo recaudar fondos procedente de cualquier parte del mundo, permiten vender arte a precios mucho más altos que en las galerías tradicionales por medio de los NFT porque puedes llegar a una red global, también acceder a préstamos con mejores tasas de interés, y facilita las transacciones transfronterizas y los micropagos. Creo que cuando los adolescentes que hoy tienen 15 años hayan cumplido 35 años, las criptomonedas estarán en todas partes. La gente las usará para pagar el café o en los supermercados. Pero eso es algo que sucederá a medio plazo”.
Por ahora, su volatilidad extrema sigue siendo su mayor debilidad: ¿cómo puede un comercio aceptar el pago en una moneda que mañana puede valer un 10% menos? Pero si finalmente su precio acaba estabilizándose y el dinero se descentraliza, ¿tienen entonces motivos para preocuparse los bancos comerciales? “Es una nueva tecnología. No creo que deban preocuparse por ella, pero deben adoptarla. Es como el caso de las librerías. ¿Deberían haberse preocupado por internet? En teoría, no. Deberían haberlo abrazado y haber lanzado un portal de comercio electrónico por su cuenta para evitar competir con Amazon. Ahora pasa lo mismo. Los bancos comerciales deberían adoptar esta nueva tecnología. Si no lo hacen, entonces tal vez sí deberían inquietarse”.
El modo en que Zhao descubrió las criptomonedas tiene su historia. Escuchó hablar sobre ellas por primera vez en 2013 durante una partida de póker con Bobby Lee, responsable de BTC China, y el inversor Ron Cao. El flechazo fue instantáneo. Trabajó en un par de compañías del sector para conocer las tripas de la nueva tecnología. Vendió su casa a cambio de bitcoins. Y en 2017 montó Binance.
Cinco años después, está en el top 20 mundial de millonarios, un acelerón pocas veces visto. Su compañía cuenta hoy con 118 millones de usuarios de 180 países y tiene en nómina a 5.000 empleados. El techo puede estar lejos si la visión de Zhao sobre la industria es la correcta. “Muchos piensan que es demasiado tarde para entrar en criptomonedas y desearían haberlo hecho antes. Pero no puedes cambiar el pasado. Esto es solo el principio. La adopción de criptomonedas ronda el 3% en todo el mundo si se cuenta el número de personas que tienen alguna. Y su cuota en el patrimonio de la gente es todavía más baja, probablemente tienen el 10% de su dinero ahí, o sea que puede que únicamente el 0,3% de la riqueza esté en criptomonedas. Si no te gustan no tienes por qué quedarte, pero creo que son el futuro del dinero y de la industria fintech”.
El papel de los reguladores es clave en su expansión. Y aunque países como China han prohibido las criptomonedas, Zhao percibe un cambio de opinión favorable en sus reuniones con los supervisores financieros, con los que suele verse durante sus viajes. “Hace cuatro o cinco años no se tomaban en serio las criptomonedas. Las veían como una industria demasiado pequeña que podía desaparecer. Ahora entienden que se trata de una evolución tecnológica que no va a desaparecer. Las criptomonedas han llegado para quedarse. Y no solo eso, son el futuro del dinero, así que quieren regular esta industria, lo cual es muy positivo para nosotros”. Cree que detrás detrás de las restricciones chinas a su uso está la intención de crear su propia versión de moneda virtual, el yuan digital, que se imponga sobre el resto.
A diferencia de la estadounidense Coinbase, uno de sus grandes competidores, Binance no ha salido a Bolsa. “No estamos cortos de dinero, por lo que no vemos la necesidad de hacerlo para recaudar fondos, pero no lo descartamos en el futuro”, apunta.
El crecimiento de las criptomonedas también ha engendrado peligros. Muchos jóvenes sin suficiente cultura financiera se han lanzado a comprar, ajenos a riesgos como las estafas, los hackeos o la alta volatilidad: hoy día pueden comprarse miles de monedas digitales diferentes, y no son pocas las que nacen con un objetivo puramente especulativo, sin ningún valor detrás, lo que a veces culmina con la pérdida de toda o buena parte de la inversión. Zhao admite el problema, del que culpa a la falta de educación financiera en las escuelas, aunque cree que, como unos de los principales actores de la industria, ellos también deberían hacer más.
Es una de las asignaturas pendientes de una agenda dedicada casi por entero a las criptomonedas. Zhao calcula que su trabajo le absorbe unas 16 o 17 horas diarias, y fuera de esa vorágine, en su escaso tiempo libre, solo encuentra algo de espacio para su familia y para ir al gimnasio tres o cuatro veces a la semana. Como uno de los hombres tecnológicos del momento, ha intercambiado mensajes con el fundador de Twitter, Jack Dorsey, o el de Tesla, Elon Musk, dos multimillonarios también metidos en el mundo de las criptomonedas. “Es muy prometedor que estén dentro. Espero que se sumen más emprendedores”, dice.
«Las criptomonedas han ayudado a Ucrania»
La invasión rusa de Ucrania ha sido el primer gran conflicto en el que podría decirse que las criptomonedas están participando. Changpeng Zhao tiene claro que Ucrania se ha beneficiado de ellas. «Ucrania pidió donaciones en criptomonedas y se han beneficiado mucho de ellas, han obtenido unos 60 millones, y si miras los pagos en la cadena de bloques ves entre ellos bastantes pagos valorados en 10 o 50 dólares, una señal de que mucha gente quiere apoyarlos. Esto demuestra la fortaleza de las criptomonedas y que son algo global. Si hubieran pedido donaciones en euros no creo hubieran recibido tantas», sostiene. Para Rusia, en cambio, cree que el efecto ha sido el contrario. «Les ha perjudicado porque gente en Rusia ha querido cambiar sus rublos por bitcoins. Y eso debilita el poder ruso, hasta el punto que el banco central prohibió a los bancos comerciales trabajar con las plataformas de criptomonedas. Creo que las criptomonedas en general son un dinero democrático, y a Rusia eso no le gusta demasiado».
Fuente: ElPais.com Por Álvaro Sánchez | START-UPS ARGENTINA